sábado, 3 de junio de 2017

Capítulo 2 #ACOWAR en ESPAÑOL



Bueno camaradas, aquí os dejo el segundo capítulo de Una corte de alas y ruina.
Solo decir que la historia ya se está poniendo super interesante y solo es el cap 2, ojalá y lo traduzcan entero pronto por favor!

Como siempre, pedir disculpas por los errores de la traducción que seguro que tengo

Y NO OLVIDÉIS SUSCRIBIROS



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CAPÍTULO 2

Apenas había oído un susurro de Jurian en las últimas semanas, no había visto al comandante humano resucitado desde aquella noche en Hybern.

Jurian había renacido a través del Caldero usando los horribles restos de él que Amarantha había conservado como trofeos durante quinientos años, su alma atrapada y consciente dentro de su propio ojo mágicamente preservado. Estaba loco, se había vuelto loco mucho antes de que el rey de Hybern lo resucitara para guiar a las reinas humanas por un camino de sumisión ignorante.

Tamlin y Lucien teníaque saberlo. Tenían que haber visto el brillo en los ojos de Jurian.

Pero...tampoco parecían estar enterados de que el rey de Hybern poseía el Caldero, que era capaz de partir este mundo. Comenzando por El muro. Lo único que se interponía entre los ejércitos de mortíferos Fae, y las vulnerables tierras humanas de abajo.

No, esa amenaza ciertamente no parecía quitarle el sueño a Tamlin o Lucien. Tampoco parecía disuadirlos de invitar a estos monstruos a su casa.

Tamlin había prometido a mi regreso que iba a ser incluida en la planificación, en cada reunión. Y él fue fiel a su palabra cuando nos explicó que Jurian llegaría con otros dos comandantes de Hybern, y yo estaría presente para ello. Ellos, de hecho deseaban inspeccionar el muro, para probar el lugar perfecto para rasgarlo una vez que el Caldero hubiera recuperado su fuerza.

Convertir a mis hermanas en Fae al parecer había mermado su poder.

Mi complacencia por el hecho duró poco.

Mi primera tarea: saber dónde planeaban atacar, y cuánto tiempo necesitaba el Caldero para recuperar su capacidad plena. Y luego pasar esa información a Rhysand ya los demás.

Me tomé cuidado extra al día siguiente, después de dormir de forma irregular gracias a una cena con un Ianthe culpable, que se esforzó por besar mi culo y el de Lucien. La Sacerdotisa aparentemente deseaba esperar hasta que los comandantes de Hybern se asentaran antes de hacer su aparición. Había canturreado que quería asegurarse de que tuvieran la oportunidad de conocernos antes de entrometerse, pero una mirada a Lucien me dijo que él y yo, por una vez, pensábamos igual: probablemente había planeado una especie de gran entrada.

Poco me importaba a mi - y a mis planes-.

Planes que envié por el enlace de pareja a la mañana siguiente, palabras e imágenes cayendo a lo largo de un corredor lleno de noche.

No me atrevía a correr el riesgo de usar el vínculo con demasiada frecuencia. Me había comunicado con Rhysand una sola vez desde que había llegado. Solo una vez, en las primeras horas tras entrar en mi antiguo dormitorio y ver las espinar que ahora lo conquistaban. 
Había sido como gritar a través de una gran distancia, como hablar bajo el agua. Estoy segura y bien, había disparado por el vínculo. Te diré lo poco que sé. Había esperados, dejando que las palabras viajaran por la oscuridad. Entonces había preguntado, ¿Están vivos?¿Heridos?

No recordaba que el vínculo entre nosotros fuera tan duro de oír, incluso cuando había vivido en esta finca y él lo había utilizado para ver si todavía estaba respirando, para asegurarse de que mi desesperación no me había tragado del todo. 

Pero la respuesta de Rhysand había legado un minuto más tarde. Te quiero. Ellos están vivos. Curándose.

Eso fue todo. Como si fuese todo lo que podía manejar en ese momento.

Volví a mi nuevas habitación, cerré la puerta con llave y envolví todo el lugar en una pared de aire duro para mantener el olor de mis lágrimas silenciosas escapando mientras me acurrucaba en un rincón del baño.

Una vez me senté en esta posición, observando las estrellas durante las largas y sombrías horas de la noche. Ahora me adentraba en el cielo azul sin nubes más allá de la ventana abierta, escuchaba a los pájaros cantando unos a otros y quería rugir.

No me había atrevía a preguntar sobre Cassian y Azriel -o mis hermanas-. El terror de saber lo mal que lo habrían pasado  y lo que harían si la curación se tornaba sombría. Lo que yo querría hacer a las personas que estaban abajo. 

Curándose. Vivos y curándose. Me lo recordaba a mi mismo todos los días. 
Cuando todavía oía sus gritos y olía la sangre.

Pero no pedí más. No me arriesgué a tocar el vínculo más allá de esa primera vez. 

No sabía si alguien podía monitorear tales cosas: los mensajes silenciosos entre compañeros.  No cuando el vínculo de compañeros estaba perfumado, y yo estaba jugando un juego tan peligroso con él.

Todo el mundo creyó que ese vínculo había sido cortado, que el aroma persistente de Rhys era porque él me había obligado, había plantado ese olor en mí. 

Creían que con el tiempo, la distancia desvanecería el olor.  En semanas o meses, probablemente. 

Pero con de la posibilidad de que la comunicación hacia el vínculo mantuviera su aroma fuerte ... Tuve que reducir al mínimo  su uso. Incluso si no hablaba con Rhys, sin oír esa diversión y astucia ... Oiría esas cosas de nuevo, me prometía una y otra vez. Ver esa sonrisa irónica.

Y volví a pensar en la cara de dolor que tenía la última vez que lo había visto, pensando en Rhys, cubierto por la sangre de Azriel y Cassian, cuando Jurian y los dos comandantes de Hybern cayeron en la grava del frente al día siguiente.

Jurian llevaba la misma armadura de cuero ligero, su pelo castaño azotando su rostro en la brisa de primavera. Nos observó de pie sobre las escaleras de mármol blanco dentro de la casa y su boca se curvó en esa sonrisa torcida y presumida.

Yo quería hielo en mis venas, la frialdad de una corte en la que nunca había pisado. Pero yo empuñé el don de su amo sobre mí, convirtiendo la ira ardiente en una calma congelada mientras Jurian avanzaba hacia nosotros, con una mano en la empuñadura de su espada.

Pero fueron los dos comandantes -un varón, una hembra- los que provocaron que una pizca de verdadero miedo se deslizase en mi corazón.

Apariencia de altos Fae, su piel el mismo tono rubicundo y el pelo idéntico negro como su rey. Pero eran sus caras vacías e insensibles las que capturaban el ojo. Esa falta de emoción afilada por milenios de crueldad.

Tamlin y Lucien se habían quedado rígidos cuando Jurian se detuvo al pie de las amplias escaleras delanteras.

ㅡPuedo presentar a sus Altezas, el príncipe Dagdan ya la princesa Brannagh, sobrino y sobrina del rey de Hybern.

Los gemelos, tal vez unidos en poder y vínculos mentales también.

Tamlin pareció recordar que éstos eran ahora sus aliados y bajó por las escaleras. Lucien le siguió.

Nos había vendido. Vendido Prythian por mí. Para traerme de vuelta.

El aliento se curvó en mi boca. Yo quería escarcha para llenarla de nuevo.

Tamlin inclinó la cabeza hacia el príncipe y la princesa.

ㅡBienvenidos a casa. Tenemos habitaciones preparadas para ustedes.

ㅡMi hermano y yo compartiremos una sola habitación. Dijo la princesa. Su voz era engañosamente suave, casi infantil. La absoluta falta de sentimiento, la autoridad total era todo lo contrario.

Prácticamente podía sentir el comentario sarcástico de Lucien. 
Pero bajé las escaleras y me dije, yo soy la señora de la casa donde está esta  gente, que Tamlin, una vez esperaba que yo abrazara alegremente, 
ㅡPodemos hacer ajustes fácilmente. 

El ojo metálico de Lucien se agitó y se estrechó contra mí, pero mantuve mi rostro impasible mientras dirigía una reverencia hacia ellos. A mi enemigo. ¿Cuáles de mis amigos los enfrentarían en el campo de batalla?

¿Se habrían curado lo suficiente Cassian y Azriel como para luchar, o si quiera para levantar una espada? No me permitía pensar en ello, sobre todo en como había gritado Cassian cuando sus alas estaban siendo despedazadas.

La princesa Brannagh me observó: el vestido color de rosa, el pelo que Alis había enroscado y trenzado sobre mi coronilla, las perlas de color rosa pálido en mis orejas.

Un paquete inofensivo y encantador, perfecto para que un gran señor pueda montar cuando quisiera.

El labio de Branagh se curvó mientras miraba a su hermano. El príncipe consideró lo mismo, a juzgar por su respuesta burlona.

Tamlin gruñó suavemente en señal de advertencia. ㅡSi has terminado de mirarla, tal vez podamos pasar a los negocios entre nosotros.

Jurian dejó escapar una risita baja y subió las escaleras sin recibir permiso para hacerlo. 
ㅡTienen curiosidad. Lucien se puso rígido ante el descaro del gesto, las palabras.ㅡNo pasa todos los siglos que la posesión disputada de una mujer nos lance a  una guerra. Especialmente una mujer con...tales talentos.

Sólo giré sobre un talón y subí los escalones después de él. 
ㅡQuizá si te hubieras molestado en ir a la guerra por Miryam, no te hubiera dejado por el príncipe Drakon.

Una onda pareció pasar por Jurian. Tamlin y Lucien también se tensaron a mi espalda, divididos entre el seguir de nuestro intercambio de palabras y la escolta de los dos príncipes de Hybern a la casa. Sobre mi propia explicación de que Azriel y su red de espías estaban bien entrenados, Tamlin y Lucien se habían encargado de despejar a todos los sirvientes innecesarios, temerosos de espiar oídos y ojos. Solo se mantuvieron los de más confianza.

Por supuesto, había olvidado mencionar que sabía que Azriel había sacado a sus espías hace semanas, la información no valía la pena el costo de sus vidas. O que sirvió a mis propios propósitos tener menos gente viéndome. 

Jurian se detuvo en la parte superior de la escalera, su cara era una máscara cruel cuando avancé los últimos pasos hasta él.
ㅡCuidado con los que dices niña.

Sonreí, pasando por delante. ㅡ¿O qué?¿Me vas a tirar a El Caldero?

Caminé a zancadas entre las puertas delanteras, bordeando la mesa en el corazón del vestíbulo de entrada, su jarrón de flores arqueando para encontrarse con el candelabro de cristal. Justo allí, a sólo unos metros de distancia, me había arrugado en una bola de terror y desesperación todos esos meses atrás. Justo allí, en el centro del vestíbulo, Mor me había recogido y me sacó de esta casa y me llevó a la libertad.

ㅡAquí está la primera regla de esta visita ㅡle dije a Jurian por encima de mi hombro mientras me dirigía al comedor, donde esperaba el almuerzo. ㅡNo me amenazan en mi casaㅡ.

Por la postura,  supe un momento después, había funcionado.

No en Jurian, que frunció el ceño mientras reclamaba un asiento en la mesa.

Pero en Tamlin, que pasó un nudillo sobre mi mejilla al pasar, sin saber cuán cuidadosamente había elegido las palabras, cómo había cebado a Jurian para servir la oportunidad en un plato.

Ese fue mi primer paso: hacer creer a Tamlin, creer verdaderamente, que lo amaba a él y a este lugar, a todo en él.

De modo que él no sospecharía cuando los volviera el uno contra el otro.




El príncipe Dagdan cedió a su gemela todos sus deseos y órdenes. Como si fuera una hoja de esgrima para cortar el mundo

Se sirvió sus bebidas, olfateándolas primero. Se seleccionó los mejores cortes de carne y los colocó en su plato. Siempre la dejaba responder a su hermana, y nunca la miraba con la duda en sus ojos. 

Un alma en dos cuerpos. Y por la forma en que se miraban mutuamente en intercambios sin palabras, me preguntaba si quizás eran ... tal vez como yo y Rhysand. Daemati. (pueden entrar en la mente de otros)

Mis escudos mentales habían sido una pared de negro desde que llegué. Pero mientras cenábamos, latidos de silencio transcurrían más tiempo que la conversación, me encontré comprobándolos una y otra vez.

一Partiremos mañana hacia El muro一 Le dijo Brannagha a Tamlin. Más cómo una orden que como una petición. 一Jurian nos acompañará. Requerimos centinelas que sepan donde están los agujeros.

El pensamiento de ellos tan cerca de las tierras humanas ... Pero mis hermanas no estaban allí. No, mis hermanas estaban en algún lugar del vasto territorio de mi propia corte, protegidas por mis amigos. Incluso si mi padre volvía de sus negocios en el continente en cuestión de un mes o dos. Todavía no sabía cómo se lo diría.

―Lucien y yo podemos acompañaros―.

Tamlin giró su cabeza hacia a mi. Esperé su negativa, el rechazo.
Pero parecía que el Gran Señor había aprendido realmente su lección, estaba realmente dispuesto a intentarlo, cuándo él simplemente hizo un gesto a Lucien.―Mi emisarios conoce el muro, así como cualquiera de mis centinelas.一

Estas dejando que hagan esto; estas permitiendo racionalmente que derriben ese muro y la presa sobre los seres humanos en el otro lado. Las palabras enterradas susurraron en mi boca.

Pero me obligué a darle a Tamlin un lento gesto de asentimiento, no un poco disgustado. El sabía que nunca me sentiría feliz, pues la chica que creía había sido devuelta a él siempre buscaría proteger su tierra mortal natal. Sin embargo, pensó que yo lo soportaría por él, por nosotros.  Que Hybern no se deleitara con los humanos una vez que el muro cayera. Que simplemente los absorberíamos en nuestro territorio.

―Saldremos después del desayuno―Le dije a la princesa. Y añadí a Tamlin.―Con unos m¡pocos centinelas también.

Sus hombros se aflojaron con eso. Me preguntaba si había oído como defendí Velaris. Que había protegido el arco iris (Velaris) contra bestias como el Attor. Que había sacrificado al attor cruelmente, brutalmente, por o que me había hecho a mí y a mi gente.

Jurian inspeccionó a Lucien con la franqueza de un guerrero.
― Siempre me he preguntado quién hizo ese ojo después de que ella lo tallara.

Nunca hablábamos de Amarantha en esta casa. Nunca habríamos permitido su presencia en esta casa. Y me había ahogado por los meses que había vivido aquí después de Bajo la Montaña, me mataba día a día para empujar los temores y el dolor hasta el fondo.

Por un latido del corazón, pesé con quién había estado con quien ahora se suponía que debía ser.
Lentamente sanando-emergiendo de nuevo en la  niña que Tamlin había alimentado y protegido y amado antes de Amarantha me rompiera el cuello después de tres meses de tortura.

Así que me moví en mi asiento. Estudiando la mesa.

Lucien se limitó a dirigir una mirada dura a Jurian mientras los dos miembros de la familia Hybern miraban con impasibles caras. 
─Tengo una vieja amiga en la Corte Amanecer. Es experta en magia y mezclandola con maquinaria. Tamlin consiguió que trabajara para.

Jurian sonrió con odio:一 ¿Tiene tu pequeña compañera una rival?

一Mi compañera no es de tu incumbencia.

Jurian se encogió de hombros. 一Ella tampoco debería ser tuya, considerando que probablemente ya ha sido follada por la mitad del ejército ilirio por ahora.

Estaba bastante segura de que sólo siglos de entrenamiento evitaron que Lucien saltara sobre la mesa para arrancar la garganta de Jurian.

Pero fue el gruñido de Tamlin el que sacudió los cristales. ―Te comportarás como un huésped educado, Jurian, o dormirás en los establos como las otras bestias.

Jurian simplemente tomó un sorbo de su vino. 一¿Por qué debería ser castigado por decir la verdad?Ninguno de vosotros estuvo en la guerra, cuando mis fuerzas se aliaron con los brutos ilirios.―Una mirada de soslayo a los dos miembros de la familia de Hybern.一 Supongo que vosotros tuvieseis el placer de luchar contra ellos.

―Mantenemos las alas de sus generales y señores como trofeos. 一Dijo Dagdan con una pequeña sonrisa.

Tomó cada poco de concentración no mirar a Tamlin. Para no exigir el paradero de los dos conjuntos de alas que su padre había mantenido como trofeos después de haber matado a la madre y la hermana de Rhysand.

Clavados en el estudio había dicho Rhysand.

Pero yo no había visto ningún rastro cuando había ido a buscarlos al regresar aquí, fingiendo la exploración de aburrimiento en un día lluvioso. Tampoco las había encontrado en las bodegas. No hay troncos o cajas o habitaciones cerradas que contengan esas alas.

Las dos mordeduras de cordero asado que había obligado a bajar ahora se rebelaron contra mí. Pero al menos cualquier indicio de disgusto era una reacción justa a lo que el príncipe Hybern había reclamado.

Jurian de hecho me sonrió mientras se cortaba el cordero.一¿Sabéis que luchamos en el mismo bando, juntos, verdad? Yo y tu Gran Señor. Mantuvimos las líneas contra los leales, luchando uno al lado del otro hasta que la sangre se extendió hasta nuestras espinillas.

一Él no es su Gran Señor. Dijo Tamlin con suavidad enervante.

Jurian solo ronroneó hacia mi. ―Él debió decirte donde están escondidos Miryam y Drakon.

一Están muertos. Le dije rotundamente.

一El Caldero dice lo contrario sin embargo

El miedo heló mi estómago. Ya había intentado resucitar a Miryam. Y había descubierto que ella no estaba entre los fallecidos.

一Me dijeron que estaban muertos. Dije de nuevo, tratando de sonar aburridamente impaciente. Me tomé un bocado de mi cordero, tan soso comparado con la riqueza de especias de Velaris. 一-Creo que tienes cosas mejores que hacer, Jurian, que obsesionarse con la amante que te abandonó.

Sus ojos brillaron, brillantes con cinco siglos de locura, mientras pintaba un bocado de carne con su tenedor. ―Dicen que estabas follando Rhysand antes de que incluso dejaras plantado a tu propio amante.

―Es suficiente. Gruñó Tamlin.

Pero entonces lo sentí. El grifo contra mi mente. Vi su plan, claro y sencillo: nos irritaban, nos distraían y mientras los dos miembros de la realeza se metían en nuestra mente.

La mía estaba blindada, pero la de Lucian y Tamblin no.

Alcancé mi poder besado por la noche, lanzándolo como una red. Y encontrando dos aceitosos zarcillos que eran las mentes de Lucien y Tamlin, como si fueran jabalinas arrojadas sobre la mesa. Las protegí.

Dagdan y Brannagh se echaron hacia atrás en sus asientos como si hubiera dado un golpe físico, mientras sus poderes se estrellaban contra una barrera de negro adecuadamente colocada alrededor de las mentes de Lucien y Tamlin.

Dispararón sus ojos oscuros hacia mi. Les sostuve la mirada a ambos.

一¿Qué pasa? Preguntó Tamlin, y me di cuenta de lo silencioso que se había vuelto todo.

Hice una buena demostración frunciendo mi frente confusa. 
―Nada. Ofrecí una sonrisa a los dos miembros de la realeza.一Sus altezas deben estar cansadas después de un viaje tan largo.

Y por si acaso, me lancé para sus propias mentes, encontrando una pared del hueso blanco.
Se estremecieron mientras arrastraba garras negras por sus escudos mentales, profundizando.

El golpe de advertencia me costó un dolor de cabeza bajo y pulsante que se formó alrededor de mis sienes. Pero simplemente hurgue en mi comida, ignorando el guiño de Jurian.

Nadie habló durante el resto de la comida.

FIN CAPÍTULO DOS 

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