Fabian sonrió con suficiencia mientras su mirada helada se fijaba en mí “Niña tona. No eres un copo de nieve especial, única y una entre los de tu clase.”
Ren resopló desde donde estaba.
Le lancé una mirada mortífera antes de mirar a Fabian con los ojos entrecerrados. “No sabes quién es Voldemort, pero sabes lo que significa ser un copo de nieve especial? Y una mierda”
Fabian giró la cabeza hacia un lado. “Uno siempre sabe cuándo se ha encontrado con alguien especial.”
“Sí, y los que suelen llamar a otros especiales históricamente son los realmente especiales.”
“A palabras necias...” murmuró Fabian “O soy goma y tú pegamento. Todo lo que dices rebota en mí y se te queda pegado.”
Abrí la boca. Dios mío, era como tener una conversación con un Tink rudo.
Quien, por otro lado, prácticamente rebotada de excitación mientras se inclinaba, susurrándome al oído. “Me encanta este tío. Me gusta de verdad. ¿Podemos quedárnoslo?”
El príncipe de verano le escuchó y sus pálidos ojos azules brillaron con interés. “Nunca he estado con un duende antes, pero... he escuchado algunas cosas. Cosas interesantes.”
Necesitaba un adulto en ese momento, pero había adultos mirando al techo, haciendo como que la versión en vivo de Tinder no se estaba desarrollando delante de todos.
Tink se estiró “No me digas.”
Fabian caminó hacia nosotros “Es verdad que los duendes tienen la po-“
“Vale” intervino Ren, el alivio fue aparente en el rostro de Tanner “Volvamos al tema. Estabas hablando de que Ivy no era única y especial.”
Por mi querida madre, estaba a dos segundos de lanzar mi daga por la habitación y clavársela al príncipe en el ojo, pegar un puñetado a Tink y lanzar a Ren por la ventana.
Iba a perder los nervios.
“Está bien, Fabio” salté “Podrías dejar de lado la parte en la que me insultas y decir algo que sea de ayuda?”
Sus doradas cejas se fruncieron “¿Eres tontita? Mi nombre no es Fabio. Es Fabian.”
Puse los ojos en blanco. “Lo que sea. Di lo que necesites decir.”
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